Guillermo Fernández-Amigo Aguado ha tenido siempre la mala costumbre de cuestionar todas las costumbres. Esa inclinación por la pregunta como forma de vida le ha llevado a recorrer países, a investigar culturas y religiones, a formarse en diversos campos de conocimiento y, sobre todo, a elegir el mirar a los ojos como fuente de investigación primaria. De esa mirada agradecida por la existencia, por la vida que se abre paso, y de su tendencia a clavar el colmillo en lugares indeseados, decide publicar este primer poemario.