En su edad madura, desarrolla en su cuarto libro nuevas historias fantásticas utilizando lugares que durante mucho tiempo y en muchos casos visitó con la mente. Muchos de ellos los ocupa el mar. Aún menor de edad no pudo entrar en la academia naval ni a trabajar en la marina mercante, aunque aprobara las pruebas de ingreso por no contar con la autorización paterna al valorarla como un capricho pasajero. A ese mundo el autor nunca renunció. Demostró en su juventud su sensibilidad por la poesía, ganando algo más de media docena de premios, alguno de ámbito nacional. Siempre interesado por la música, formó parte de dos conjuntos musicales y compuso una par de docenas de canciones comerciales en la década de los sesenta. Doctor en Químicas, trabajó en la enseñanza universitaria, en secundaria y como inspector de educación. Hoy, ya en situación “pasiva”, ha encontrado el tiempo, la serenidad y la libertad sin compromiso, para escribir historias que son algo más que un relato simple de un suceso o incidencia. Todas son fruto de su sensibilidad y se acompañan de conocimientos didácticos o históricos que enriquecen el desarrollo del suceso. Su cuarto libro, con la participación inestimable de Valeria, recoge una serie de relatos fantásticos e historias cortas en diferentes marcos naturales de actuación creados o vividos.