De innata orientación mística, a muy temprana edad (década de los cincuenta), planteaba dilemas teologales que suscitaban la ira de su párroco cuando le respondía y argumentaba con razonamientos lógicos, por lo que desde su niñez buscó respuestas en otras creencias y filosofías, no agnósticas ni ateas. Encontró el hilo conductor hacia la Sabiduría Antigua o Teosofía en la década de los setenta, afiliándose a la Sociedad Teosófica y a otras escuelas, hasta la entrada del nuevo milenio, en que dejó toda afiliación, aunque sin abandonar su innato y retomado sendero de formación Esoterista. Una vez jubilado, libremente profundizó en otras Fuentes escritas de los mismos Maestros de Sabiduría, incrementándose sus impulsos de compartir por escrito sus intuitivas pero reflexivas y analógicas conclusiones relativas al Mundo Divino.
A pesar de la reticencia a escribir, decidió compartir esta Ciencia del Alma, publicando varios libros de índole e interés espiritual práctico (relacionados en la Bibliografía), basados en su intuición interpretativa de lo expuesto por los Maestros en dichas Fuentes, sobre ciertos misterios transcendentales, cubiertos por el velo de la analogía simbólica escrita para ser correctamente interpretados y asumidos por los estudiantes o discípulos esoteristas, escritos que deben ser compartidos sin imponer las conclusiones, ni abrogarse autoridad o mérito alguno. Utilizando esos medios, fue relacionando datos hasta encajarlos en el todo Cósmico, dándole sentido a la presente temática.