El forjador de Tiempos

Dos andaluces desconocidos, apresados por las tropas nacionales en la España de la postguerra, entablan una inquebrantable y duradera amistad. Convertidos en infortunados apátridas, forjan entrambos una inalterable deuda de honor que les conduce a tomar el largo camino del exilio. Han sido obligados a redimir su pena realizando incontables trabajos forzados en diversas ubicaciones del territorio nacional y, conducidos finalmente ante el lapidario pelotón de fusilamiento. ¿Cómo han llegado a verse inmersos en esta horrible situación, qué camino les ha guiado a ambos en la vida, cómo transcurre, mientras tanto, el devenir de sus familiares y adeptos, cómo se consuma esta verídica historia…?
Nos encontramos con un trabajo esmerado, cabal, concienzudo, sofisticado y extremadamente minucioso. Contundente, de excelente factura atestada de ricos matices léxicos ya en estilado desuso, presenta una muy bien elaborada, milimétrica, compacta y recia construcción argumental considerablemente sólida, proporcionando como resultado final la elaboración de una espontánea épica narrativa completamente seductora. El verdadero sustento de la novela lo componen: la cotidineidad de sus variopintos personajes, la atmósfera hierática que encierran sus exiguas vidas marcadas en el contexto de un rudo e impetuoso entorno social, la esmerada y adjetivada descripción de los paisales, lugares y procesos ejecutados, y, la rara carencia obstinada de diálogos al principio de la obra que impiden en todo momento el necesario descanso y agilidad en la lectura, hecho este que obliga al habituado lector a internarse de lleno en la compleja trama novelesca. Se trata de una obra que excita reales emociones ya vividas, un genuino dejá vú, que obliga finalmente, a viajar a esos arcanos rincones sabiamente narrados para conocer, in situ, la total veracidad de los hechos que se describen en la trama.