El pórtYco

En la Edad Media, como en épocas anteriores, el pueblo llano se sentía amordazado ante las injusticias de sus señores; el miedo atemorizaba sus conciencias. No ocurría lo mismo en el año 2027, donde el pueblo podía castigar a sus dirigentes en las urnas cuando estos no cumplían sus promesas. Sin embargo, las conciencias estaban dormidas, sumidas en el sueño de la desgana y la permisividad hacia los gobernantes, quienes carecían de escrúpulos a la hora de engañar a los ciudadanos. Pero, gracias a los enigmas que encerraba ese pórtico, eso iba a cambiar.

Aquel recinto sombrío escondía un oscuro secreto. En él se concentraban el pasado, el presente y el futuro. Había sido olvidado hasta por el tiempo; olvidado pero no muerto, solo estaba dormido, y ahora se adecentaba para poder investigar sus misterios ocultos. Su puerta marcaba la frontera entre la mentira y la verdad. Dos perros guardianes, plantados en el umbral, eran la viva imagen de lo prohibido. Vigilaban no la entrada sino la salida, porque lo que de verdad importaba era lo que guardaba en su interior. Había que procurar que el misterio no se escapara de allí, al menos hasta que fuera desvelado.

A caballo entre dos épocas, la Medieval y la Contemporánea, los autores van configurando una historia, real y fantástica a la vez, en pos de una utopía: sacar a la luz y aniquilar lo que ellos llaman el “octavo pecado capital”, la mentira. El lector va quedando atrapado en el misterio de algo extraordinario que perdura enterrado en el tiempo, y cuyo descubrimiento hará posible que esa utopía se haga realidad.