Marta y María son las hermanas de Betania, que según el pasaje evangélico representan a la mente la primera, atareada con las cosas de la casa y al alma la segunda, llena de gozo al escuchar las palabras del Maestro.
El estúpido artificio que los humanos nos hemos montado para vivir en este mundo, creyendo que lo que en realidad somos es esa mente, por cierto, perfectamente preparada para lidiar con las cosas de la casa, a causa de eso que las religiones del Libro denominan pecado original, hace que el intento de enfrentarnos a lo trascendente, en búsqueda de la Divinidad, sea una sin par y desigual batalla de nosotros contra nosotros mismos.
En este libro describo la odisea de Marta y de María, en su búsqueda de la Divinidad, basada en el verdadero Camino de Santiago, que no termina en Compostela, sino que continúa más allá, hasta Fisterra, donde ambas hermanas han de hacer un salto de fe, embarcarse en una barca sin timón pero con mástil y velamen o, regresar por donde han venido a su vida de siempre centrada en los convencionalismos religiosos, en su caso.
De optar por salir a la Mar océana, les espera el verdadero encuentro con Dios, hasta comprender y aceptar que siempre han sido una con Él.
Esta es una forma, más o menos diferente de contar lo que nuestros místicos del Carmelo ya describieron en el Siglo XVI.
Pero con ello no pretendo ser académico, sino eminentemente práctico, dando a entender cómo el Camino y la vida de Jesús, vividos en primera persona, son dos sacramentos esenciales para la vida de aquel que desee encontrarse con Dios y saberse amado y transformado por Él.