Tanto si estás iniciándote en el mundo de la escritura, como si tu pasión es leer, es necesario que conozcas ciertos términos que van a ir apareciendo a lo largo de tu aprendizaje. No olvidemos que el arte de la creación está siempre en continuo movimiento, de ahí que resulte tan sumamente enriquecedor.
Una de esas palabras que aparecen en el mundo fértil de la literatura es: Aforismo. Pero ¿sabes realmente de qué se trata?
¿Qué es un aforismo?
Para entender, al menos en su base, un nuevo vocablo, siempre es conveniente recurrir a la Real Academia de la Lengua Española. La definición literal que nos ofrece es que se trata de «Una máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte«. Quizá con esta definición no tengamos suficiente, así que habrá que buscar una conversión lingüística para cualquier capacidad.
En realidad un aforismo es un texto breve que comunica una sentencia, totalmente convincente e indiscutible. Su objetivo es expresar, de manera concisa y directa, un principio o idea que actúa como regla o norma. En algunos casos puede resultar hasta profético.
Gracias a su brevedad, que puede variar entre una frase o varias que formen un párrafo, dicta un pensamiento aplicable a cualquier ciencia o arte. Su intención siempre es didáctica, aunque gracias al ingenio de su creador, puede aparecer escondida tras algún recurso retórico como la metáfora, la antítesis o la metonimia.
Historia del aforismo
La palabra aforismo proviene del latín y esta del griego. Por eso no es de extrañar que se creara con el fin de definir las reglas escritas por el médico griego Hipócrates (460 a.C. – 370 a.C.) Este prestigioso galeno, conocido por sus importantes e imperecederas aportaciones a esta ciencia, es considerado como «el padre de la medicina» no en vano, todo el universo ético de esta profesión gira en torno a sus sentencias. De ahí que su «Juramento hipocrático» siga todavía vigente en los futuros facultativos que pretenden ejercer su profesión.
Algunos de sus aforismos más famosos son los siguientes:
- El alimento dado al que tiene fiebre, en la convalecencia, le vigoriza; durante la enfermedad, le empeora.
- Es mucho más importante saber qué persona tiene la enfermedad que qué enfermedad tiene la persona.
- Donde quiera que se ama el arte de la Medicina se ama también a la humanidad.
- Los médicos son muchos en el título, pero muy pocos en realidad.
Los mecanismos del aforismo
Como toda creación literaria, por muy breve que sea y que se precie, debe seguir ciertos mecanismos con el fin de conseguir su objetivo, y el aforismo no iba a ser menos.
Siempre-Absoluto
Los aforismos suelen emplear palabras aseverativas y concluyentes, aquellas que sentencian y que dan la solución real e inamovible. Esas palabras pueden ser «siempre», «nunca» o «absoluto».
El tiempo perdido nunca se vuelve a encontrar (Benjamín Franklin)
Opuestos y contrarios
Enfrentar dos ideas opuestas es la forma más sencilla de llegar al entendimiento de un aforismo. Tal y como si se tratara de un juego literario, con la diferencia de estar construyendo una verdad absoluta.
Cuanto más se eleva un hombre, más pequeño les parece a los que no saben volar (Friedrich Nietzsche)
Repetir
La repetición es uno de los recursos estilísticos que mejor funciona en el aforismo. No olvidemos que estamos sentenciando y, por lo tanto, repetir el concepto es el mejor modo de dejarlo sellado.
Prefiero hombres libres y economías esclavas, que mercados libres y trabajadores esclavos (L. Tamaral)
Profético
El tono narrativo del aforismo es muy cercano a la profecía. Siempre te advierte sobre algo que debe producirse de ese modo y jamás de ningún otro.
Lo que no te mata, te hace más fuerte (Friedrich Nietzsche)
Tipos de aforismos
Una vez sabemos cuales son los mecanismos que utiliza el aforismo para conseguir su objetivo, es más sencillo distinguirlo del resto de creaciones breves.
Sin embargo, dentro de su propio universo existen subdivisiones dignas de conocer:
- Aforismo moral, también conocido como adagio o máxima: Hay que ser buenos no para los demás, sino para estar en paz con nosotros mismos (Achille Tournier)
- Aforismo popular, son los conocidos como refranes o proverbios: Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija (Popular)
- Aforismo de verdad universal, son las conocidas como sentencias e influyen en normas de vida, opiniones o juicios: Las personas que hacen poco ruido son peligrosas (Jean de la Fontaine)
- Aforismo ilustre, es el creado por un personaje conocido al que se le atribuyen ciertas dotes de sabiduría sobre cualquier tema. Es también conocido como apotegma: No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra (Gandhi)
Cómo componer tus propios aforismos
Todos los seres humanos tenemos la innata capacidad de la creación. Somos artesanos creativos que, a través de nuestra propia experiencia o la observación del resto, podemos generar material nuevo con el que inspirar, ayudar o motivar al resto de nuestros semejantes. Pero ¿cómo hacerlo?
- El primer paso es partir de una idea. No es necesario que sea sublime, enrevesada o que intente descubrir los grandes misterios del universo, en la mayoría de ocasiones, en la sencillez y en lo cotidiano está la auténtica verdad.
- Una vez encontrada la idea hay que expresarla con brillantez y, si se puede, con alguna que otra dosis de ingenio. No olvidar que el humor es siempre un buen aliado.
- No limites la extensión del texto. Es cierto que los aforismos más brillantes suelen ser breves, pero también los hay más extensos como los de Baltasar Gracián. Déjate llevar por tu idea inicial y ya irás perfilando y acotando según tu propia experiencia.
- Atrévete a pensar lo que no ha pensado nadie antes y luego… escríbelo.