El narrador es, probablemente, el elemento más importante en el desarrollo de una novela. Se trata de la voz que, dentro de la historia, permite presentar a los personajes y sucesos y, a su vez, desarrolla toda la trama.
La elección del tipo de narrador para nuestra obra es un elemento de importancia crucial, ya que condicionará en buena medida el tratamiento que daremos a toda la historia. ¿Desarrollaremos la trama en primera, segunda o tercera persona? ¿Será un narrador que conozca todos los detalles o solo conocerá parte de ellos? ¿Será una voz protagonista o testigo? Todas estas preguntas nos permiten acercarnos al concepto de la voz narrativa.
Existen muchas formas de narrar una historia, por lo que resulta crucial escoger el tipo de narrador adecuado para nuestra obra. En este artículo haremos un breve repaso a los principales tipos de narradores utilizados y aportaremos algún ejemplo ilustrativo.
Se conoce también como narrador en primera persona. Se manifiesta a través de contar la historia en primera persona (Yo), en la que asume el papel protagonista de la misma. Los narradores protagonistas desarrollan su historia siendo conscientes de sí mismos en la trama y narrando desde ese particular punto de vista.
En cuanto al estilo, tienden a emplear un lenguaje muy personalista y subjetivo, ya que se pretende dotarlos de naturalidad y verosimilitud. Frente a un tipo de narrador omnisciente (que todo lo sabe), el narrador protagonista solo nos narra lo que sabe en cada momento.
Veamos un ejemplo muy gráfico:
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico.
Borges y yo de Jorge Luis Borges.
El narrador testigo se encuentra incluido en la narración pero no forma parte de ella. En otras palabras, nos puede contar lo que ve (de lo que es “testigo”), pero no participa en los acontecimientos, al menos no directamente.
Este tipo de narrador se expresa desde la primera y tercera persona y actúa como mero observador de lo que sucede. Un ejemplo muy claro de este tipo de narraciones son las novelas de Sir Arthur Conan Doyle, en las que Watson nos relata las aventuras de Sherlock Holmes como testigo presencial de los hechos.
Veamos un ejemplo concreto:
Sultán, ven, y el gato viene moviendo su rabo hermoso, que parece un plumero. Le dice: Sultán, vete, y allá se va Sultán como un caballero muy digno. Tiene unos andares muy vistosos y un pelo que parece seda. No creo yo que haya muchos gatos como ese; ese, entre los gatos, es algo así como el duque de Alba entre las personas.
La Colmena de Camilo José Cela.
Esta tipología de narrador transmite una historia dirigida hacia un “tú” o un “vosotros”, y no se encuentra con mucha frecuencia. Habitualmente este tipo de tratamiento se utiliza en el género epistolar, y no faltan los ejemplos en el que dentro de una novela se sitúan cartas en las que se introduce un “tú” reflexivo.
Aunque son constantes las referencias hacia la segunda persona (“tú”, “ustedes”, “a ti”, etc.), se suele producir un cierto desdoblamiento en el que el narrador “habla” consigo mismo como si lo hiciera con otro. Este tipo de procedimiento puede ayudar a construir reflexiones o a aportar matices sobre la historia que se cuenta.
Apareciste por vez. primera ante el Lector en una librería, tomaste forma apartándote de una pared de estanterías, como si la cantidad de los libros hiciera necesaria la presencia de una Lectora. Tu casa, al ser el lugar donde lees, puede decirnos cuál es el lugar que los libros tienen en tu vida, si son una defensa que tú interpones para mantener alejado al mundo de fuera, un sueño en el que te hundes como en una droga, o bien si son puentes que lanzas hacia el exterior hacia el mundo que te interesa tanto que quieres multiplicar y dilatar sus dimensiones.
Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino.
Desde esta perspectiva narratoria solo se tiene acceso a aquello que conoce un personaje determinado. De esta forma, el narrador equisciente únicamente conoce los pensamientos del personaje en el que se centra, mientras que del resto de personajes solo sabe lo que puede ver o intuir.
Una novela puede tener un narrador equisciente único (toda la obra se centra en un único personajes), o múltiples (por ejemplo, cada capítulo puede basarse en la visión de un personaje distinto sobre un mismo suceso).
La saga Juego de Tronos, es un claro ejemplo de este tipo de narraciones.
Este es quizás el recurso más utilizado en la literatura, particularmente en novelas, cuentos y relatos. El narrador omnisciente conoce todos los detalles de la historia, nada escapa a su conocimiento. Si bien trata de ser objetivo en todo lo que narra, puede tomar un punto de vista determinado según el objetivo que tenga la trama.
Por medio del narrador omnisciente podemos conocer lo que dicen o piensan los personajes, tener indicaciones precisas sobre los marcos espacio-temporales de la historia, u obtener detalles y referencias de hechos pasados y futuros.
Veamos un ejemplo paradigmático de este tipo de narradores:
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
Este tipo de narrador es uno de los más fáciles de reconocer en una obra literaria. No obstante, veamos algunas de sus características principales:
Las más grandes obras de la literatura universal, han sido relatadas por narradores omniscientes, desde La Odisea y La Ilíada hasta El Señor de los Anillos, pasando por El Quijote, Hamlet, El Viejo y el Mar o Cien años de Soledad. Distopías de ciencia ficción como 1984, Un mundo feliz o Fahrenheit 451, son contadas por narradores omniscientes.
La narración omnisciente requiere de un nivel de detalle que debe dosificarse de manera que no exceda las descripciones de forma que pueda distraer al lector o incluso abrumarle.
Escoger el tipo de narración es un paso imprescindible en la preparación previa de una obra literaria. Define el tiempo verbal en la que se desarrolla la historia, la longitud y preparación de la ambientación, psicología de los personajes y otra serie de detalles relevantes.
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Qué bien explicado. Estaba buscando un ejemplo de un narrador testigo y no lo encontraba. Gracias.
Nos alegra que te guste.
Gracias por comentarlo.
Saludos cordiales.